lunes, 7 de mayo de 2007


A veces soy una muñeca estúpida y vacía. Egocéntrica olvido que estoy rodeada de hermosas personas y les hago daño porque no me doy cuenta que están ahí, porque no las veo y paso por encima de ellas pisoteándolas sin más ni más. Es que estoy tan preocupada de mí. Camino mirándome el obligo, hablando frivolidades, comiendo corazones que no me pertenecen, destruyendo sueños, riéndome de los demás y no con los demás. A veces brillo porque mi plástico oloroso está muy bien lustrado.
Esas veces me veo bien, y finjo estarlo. Sonrío con delicadeza y pudor, cuido de mis modales y sigo sonriendo.
Esas veces estoy vacía y me vuelvo estúpida de tanto respirar mi propio aroma envilecido, me mareo de tanto dar vueltas a mí alrededor, me intoxico con mi saliva espesa y calida, me saturo con mi imagen turbia.
A veces me sumerjo en mi misma y me ahogo en mis turbulentas aguas, soy arrastrada por las mareas de mi narcisismo.
Esas veces termino huyendo despavorida de mi misma. Me voy de mí y de todos lados. Y me pierdo en la nada, vagando por las lejanas tierras del olvido, camino y camino sin destino alguno. Rehuyo de cualquier fugaz encuentro con mi alma o mi mente y más aun de mi cuerpo.
Me abandono y miro mientras me seco lentamente bajo el sol con su calor abrasador. Disfruto la agonía de ese ser que fui yo y dejo que se pudra en la intemperie porque eso ya no me pertenece ni yo le pertenezco.
Y me pierdo en algún lugar al que no sé como llegar y del que no sé como salir. Y me encierro en un estado de embriaguez y ahí me quedo olvidad por mi misma.
Entonces llegas tú y con tus suaves manos tomas ese cuerpo medio vivo y medio muerto. Entonces llegas tú y te adentras por tierras sin nombre ni dueño y me tomas de la mano y me sacas de mí y me devuelves al mundo. Entonces llegas tú y rearmas ese rompecabezas de lo que alguna vez fui. Entonces llegas tú y con tu calor y ternura transformas esta muñeca estúpida y vacía en persona.
Entonces llegas tú y me cambias la vida, me llenas de sueños, me das alegría, me enseñas a reír. Entonces llegas tú y me haces hermosa.

Otras veces me duermo en ti, escuchando tu corazón y su calma, apoyada en tu pecho, sintiendo tu calor. Es que a veces en vez de ser muñeca soy niña. Y juego con tu inocencia que es también la mía, y doy vueltas hasta caer al suelo y me paro riendo para seguir dando vueltas y volver a caer.
A veces me olvido del tiempo y me entrego a la vida. Me tiro en el pasto húmedo esperando que pasen la s horas mientras miro el cielo y sus nubes juguetonas que cambian de forma movidas por el viento. A veces dejo que la brisa me despeine y no pongo reparos. Me subo al techo y grito, corro por todos lados porque pareciera que hay tantos lugares en una pieza vacía de cuatro esquinas que si no corres no los conocerás todos en una sola vida. A veces lloro de felicidad y me emociono con las pequeñas cosas lindas que ocurren. Me quedo en silencio para oír las conversaciones de las hormiguitas, camino bajo la lluvia y dejo que las gotas se empapen de mí cual si fuera Chuck Norris.
Entonces llegas tú y te unes a mis juegos y me tomas en brazos y me llevas a conocer el mundo. Y cuando es tarde y el cansancio nos supera nos acostamos en el piso y nos dormimos tranquilamente. Entonces me acompañas en mis carreras y sueñas conmigo y somos hermosos.

A veces soy un monstruo y otras una niña. A veces estoy llena y otras vacía. A veces soy horrible y otras hermosa. A veces brillo, a veces por que tengo luz y otras por mi ausencia. Y todas esas veces confirmo que estoy viva. Y ni por nada del mundo cambiaría ninguna de mis veces, porque hasta de las más horribles y terroríficas he sacado hermosas experiencias y he crecido con ellas.
Porque así es la vida.

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